Después de trabajar durante 20 años en una oficina en el barrio El Golf en el último de 24 pisos, con vista a la cordillera, al cerro San Cristóbal y al Club de Golf Los Leones, el dueño de estas oficinas quiso tomar nuevos aires. Quería algo más cercano a su casa, una experiencia diferente y con énfasis en el diseño. Y así lo hizo. Puso el ojo en un edificio en Vitacura que le llamó la atención por su diseño curvado. Las opciones para instalarse eran el piso 6 o el primer nivel. “Cuando recibimos el encargo y escoger entre ambas alternativas para diseñar la oficina, claramente nuestra opción fue el piso 1. Competir con la espectacular vista que había tenido por tanto tiempo era muy difícil, en cambio la experiencia de tener jardín, con la posibilidad de hacer reuniones al aire libre, era infinitamente mejor”, aclaran Teresita Campino y Jacinta León.
Otra de las ventajas de este nivel calle, a diferencia del resto de los otros pisos, es la altura de 3 metros y medio con que cuenta el espacio. Esa altura solo la comparten el hall de acceso y una galería de arte del edificio. La relación de esas dimensiones con el exterior verde fomenta un efecto como de barco hundido, que le dan una identidad única al lugar. “Una experiencia que transporta a un espacio ambiguo entre submarino y galáctico”, coinciden las encargadas del proyecto.
Las jóvenes arquitectas de la UC cuentan que este proyecto lo tomaron hace dos años, cuando comenzaron con su sociedad, y para ellas fue todo un desafío, porque estuvieron a cargo de la arquitectura y la construcción. “Por ser un edificio curvo, cuando nos enfrentamos a la planta la visualicé como la silueta de un elefante. Y no sabía cómo dentro de esa silueta íbamos a lograr incorporar un programa, porque todos los muros rectos iban a chocar con los vidrios curvos. Así fue como pasamos a un trazado más curvo, más orgánico y que atenuara y suavizara el encuentro de lo nuevo con la curvatura que ya existía”, explica Teresita Campino.
Los principales requisitos del encargo contemplaban una sala de reuniones para 13 personas y que la oficina del dueño estuviese acompañada de un living, no de una salita de reuniones, porque se quería un espacio más informal, que invitara a un trato más horizontal. “Como eran esas las prioridades, esos espacios los volcamos con comunicación directa al jardín exterior, que también cuentan con una zona destinada a reuniones al aire libre”, aseguran las socias de León Campino.
Para el cielo tenían la posibilidad de proyectar cielo falso, pero quisieron fortalecer el carácter de la altura de la oficina en vez de normalizarla o debilitarla. Optaron entonces por dejarlo a la vista y coordinar todas las especialidades de manera que ocuparan el cielo de la manera más ordenada posible. Se pintó todo de negro, salvo el sistema antiincendios, de color rojo por norma.
La iluminación, a cargo de Victoria Campino, acompaña y potencia esta superficie. “Cuenta con algunos tramos lineales, otros más curvos y otros sin una ley descifrable, que da una sensación de constelación”, dicen.
El dueño de la oficina, sensible al diseño y las artes en general, paralelamente al entregarles el encargo a la oficina de arquitectura contactó a la artista Amelia Campino para la realización de un mural. La obra de arte, de 6 x 3 metros de álamo, se instaló en la recepción. El diseño se hizo en programa 3D y posteriormente se mandó a hacer por franjas de 40 cm cada vertical. Un espacio orgánico, extraordinario y escenográfico.
TEXTO REVISTA MAS DECO/ LT.
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Leon Campino Arquitectura
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