La arquitectura tradicional ha empleado innumerables tipos de pérgolas como un elemento para protegernos del Sol. Actualmente, las nuevas tecnologías y materiales aplicados a los principios de la arquitectura bioclimática nos permiten disfrutar de nuestros espacios exteriores perfectamente aclimatados; no solo durante el verano, sino también en los meses más fríos del año. Una pérgola bioclimática utiliza los recursos naturales para reducir el consumo de energía y, además, supone la máxima expresión del diseño ecológico. Su función es aislar térmicamente el espacio creando una barrera contra el calor, la lluvia y cualquier otra inclemencia meteorológica. En este artículo te explico detalladamente las propiedades y ventajas de las pérgolas bioclimáticas para que puedas disfrutar todo el año de tu jardín o terraza.
Lamas orientables
Las lamas pueden ser de muchos materiales, siendo los más habituales los sintéticos, el aluminio y las lonas textiles. Su orientación y posible plegado se pueden realizar manualmente o con la ayuda de una motorización controlada, ya sea valiéndose de un mando a distancia o con una app para celurares. Existen sistemas con sensores de lluvia y viento. Es decir, dispositivos con los que la pérgola orienta las lamas automáticamente en la posición más conveniente en cuanto detecta que cae agua del cielo o que el aire sopla más fuerte de lo normal. Por si fuera poco, también se pueden complementar con un mecanismo de recogida y almacenamiento de agua que luego puedes emplear para regar el jardín.
Frenan el calor
Para condiciones de calor extremo puedes instalar difusores de microgotas de agua que se evaporan en el ambiente, reduciendo así la temperatura hasta 10º centígrados. De esta forma, refrescarás el ambiente en verano, limpiarás las impurezas del aire y combatirás el calor artificial de los focos. Además, dispones de sistemas de iluminación led con los que crear espectaculares ambientes por la noche.
¡También se usan en invierno!
En invierno las lamas se cierran completamente impidiendo la entrada del agua, el viento o incluso la nieve. Puedes asegurarte de que no queda ni un resquicio abierto cerrando los laterales con cortinas de cristal o PVC, celosías, paneles móviles o estores textiles. De esta forma crearás, como define el bioclimatismo, un efecto invernadero. Es decir, un espacio acristalado anterior a la puerta de entrada a la casa en el que se acumulará el calor diurno y que se trasladará al interior de la casa por la noche.
Paneles de captación solar
Un paso más allá van las pérgolas que, además de proporcionar sombra, incorporan una instalación de paneles de captación solar. Con estas placas puedes generar energía eléctrica que reduzca tu boleta a final de mes, disponer de agua caliente sanitaria para tu casa e incluso calentar la de la piscina. ¡Disfruta de una piscina climatizada durante todo el año sin hacer ningún consumo de gas, electricidad o gasóleo!
Equípala con textiles
La evolución de los tejidos específicos para exteriores permite emplearlos en las pérgolas en lugar de las lamas. Tienen excelentes propiedades resistentes al aire libre; sirven contra el efecto del viento y como filtro ante la radiación solar. Una gran ventaja es que pueden plegarse y desplegarse con sistemas motorizados, como contamos antes. Otra aplicación interesante son las lonas tensadas. Estas adoptan creativas formas y combinaciones, siempre en función de su corte y de la posición de los puntos de agarre, ya sea en paredes o en pilares mediante cables de acero inoxidable. Estos textiles están preparados para soportar el agua de lluvia y pueden ser hasta autolimpiables.
Las pérgolas bioclimaticas son una solución muy práctica que combina estilo y funcionalidad. Por si fuera poco, se adaptan perfectamente a cualquier espacio. ¿Conocías la existencia de este tipo de pérgolas? ¿Te animas a colocar una en tu jardín?